domingo, 28 de junio de 2009

Génesis

El hombre no fue expulsado del paraíso por “comer del fruto prohibido”. El hombre vive en el Paraíso, sólo que no lo ve por tantos edificios, sólo que no lo huele porque se ahoga con el humo industrial, sólo que no lo pisa porque centenares de civilizaciones apilaron estratos de vergüenzas, sólo que no lo escucha porque minerales como el acero cobraron vida y producen gran estruendo, sólo que no lo paladea porque los besos tienen el gusto del interés y no del amor. El hombre vive en el Paraíso, porque Dios no decidió expulsarlo como se creía; por el contrario, lo premió dándole un poder incapaz de controlar. Un poder que se disfraza de palabra para convencer y de entendimiento para hacer. Un poder que acogió a la fabulación como su hija. Un poder que lo engrandece y lo esclaviza. Gracias a ese poder, el hombre hizo cosas y más cosas, y construyó y construyó más, hasta reducir a polvo las raíces del paraíso.